Instantáneas de enero- vías de escape.
No recuerdo cuándo por última vez tuve una época tan ocupada y cansada como la actual.
El enero ha sido muy exigente a nivel de organización y recursos. Mis dos hijos pequeños atraviesan una época que requiere ahora mismo mucha atención, paciencia y dedicación.
Laura, mi hija mayor tiene dos años y medio y su hermano David es 11 meses meses menor. Como si fuesen gemelos, pero no lo son y las necesidades son muy diferentes en estas edades.
Además a mediados de enero han operado del codo a mi marido que está durante unas semanas «fuera de la carrera» y sin poder hacer prácticamente nada.
No vale la pena darle muchas vueltas al asunto porque es lo que hay. La realidad, sin embargo, es que acabo el día cansada y saturada.
Me imagino que muchos de vosotros tenéis el día igualmente ocupado: desde la primera hora de la mañana hasta la última de la noche. Correr, hacer, organizar y atender mil asuntos a la vez. Es nuestro pan de cada día. El día a día de casi todas las mujeres (la parte masculina de la audiencia que perdone la exclusión). Visto así, somos unas «super womans«. (En el enlace te encontrarás un patrón gratuito del chal «Wonder -woman» que todas deberíamos tenerlo ;-))
Se mire por donde se mire tenemos la capacidad excepcional de abarcar todas las tareas en las 24h del día. No me extraña que nos sintamos cansadas y estresadas.
A pesar de toda esta actividad frenética que realizo cada día no me gusta utilizar el término estrés. Atiendo a mi familia con mucho gusto y el emplear la palabra estrés lo relaciono con un estado muy negativo y extremo.
Sin embargo es una palabra que se instaló en nuestro vocabulario para quedarse.
Ya desde mediados de enero tenía claro que era este el tema que quería abordar en estas instantáneas de enero y un reciente comentario en el blog ha reafirmado mi idea: el estrés y las vías de escape.
Las vías, o digamos las maneras, de hacer frente a este estado no tanto físico como mental de cansancio.
¿Por qué tanta importancia de las vías de escape?
Simplemente, porque es sano mantener una actividad de cualquier tipo que nos hace desconectar de las preocupaciones, del deber o de la rutina.
Es renovador tomarse un momento que sea sólo nuestro. Aunque sea nada más una hora al día de lectura, de deporte u otra cosa que te guste.
En mi caso me siento muy afortunada de haber encontrado la actividad de tejer. Me relaja, puedo ordenar mis ideas y me concentro en algo que no tiene que ver con mis obligaciones diarias.
En los últimos tiempos de tantas limitaciones ha sido, sin exagerar, mi salvación. El dicho que «Tejer es el nuevo yoga» tiene su razón de ser 😉
El estrés.
El significado de la palabra «estrés», de entrada, tiene una percepción negativa. Relacionamos con él un estado en el cual estamos irritados, abrumados, agitados y nerviosos. Además, a menudo nos molestamos y nos enojamos. Esto es lo que el estrés nos produce.
Sin embargo es un fenómeno bastante moderno que sólo existe desde la década de 1930, o sea su definición oficial. Fue en aquellos momentos cuando el fenómeno recibió su nombre.
Sin embargo, esta circunstancia no era conocida hasta aquella época como estrés. Para nosotros, que ahora vivimos en el siglo XXI, el estrés es un término demasiado familiar.
Ya sea en el trabajo, en la familia o incluso en los coles. El tiempo, el rendimiento y la presión de la fecha límite son omnipresentes en muchos de nosotros. Hoy en día los adolescentes llegan a conocer el estrés temprano en la escuela.
Orígenes del estrés.
¿Qué pasa exactamente con nosotros?
Nuestro organismo hace mucho tiempo que desarrolló un sistema que debería ayudarnos a sobrevivir en casos de amenazas y peligro.
Por ejemplo: una situación en que un ser humano primitivo viajaba por el bosque y de repente se daba cuenta de que lo estaba persiguiendo un depredador.
El cuerpo reacciona de inmediato: los músculos se tensan, los sentidos se agudizan y se concentran en las rutas de escape. El hombre de Neandertal corre, se zambulle entre la maleza para salvar su piel.
Si tiene éxito, debe recuperarse de los esfuerzos resguardadose en zona segura. Pero si lo persiguen una y otra vez, y mientras tanto no puede regenerarse, algún día se apagará y perderá la próxima cacería.
Por supuesto, hoy tales escenas ocurren acaso en los cines. Pero nuestro sistema de recuperar la zona de seguridad todavía forma parte de nuestra naturaleza y sigue funcionando.
Por ejemplo cuando estamos bajo presión, cuando algo necesita estar preparado rápidamente para la próxima reunión o cuando tenemos que ir de compras después del trabajo. En estas situaciones cotidianas.
El gran problema con eso es que generalmente no podemos deshacernos de la energía del estrés proporcionada (que prepara al cuerpo para escapar, etc.).
¿Cuánto estrés aguanto?
Por supuesto, muchas situaciones que son estresantes para algunas personas pueden no serlo para otras y viceversa. Todo depende de la personalidad, la capacidad de recuperación, las habilidades y estrategias para afrontarlas.
Hay que decir que existe el tipo de estrés que es positivo y estimulante.
Aquí me refiero a situaciones en las cuales nos tenemos que esforzar, concentrar y encontrar una solución para salir de ella. Es un estímulo que hace que saquemos más de nosotros, que nos superemos y que salgamos de la zona de confort.
La clasificación del estrés depende de nuestro carácter, de la gravedad que le damos a ciertas situaciones y a nuestra actitud.
Aparte del estrés y sus causas, como los mecanismos que lo combaten, aún más importantes son las actividades que llevamos a cabo para prevenir que ciertas situaciones se apoderen de nosotros.
Actividades, aficiones y hábitos que nos proporcionan placer y que tienen simplemente una importancia vital, son en determinadas situaciones la ayuda y soporte para mantener el equilibrio.


Vías de escape o estrategias de afrontamiento.
¿Qué son entonces las vías de escape?
Para mí son simplemente actividades que hago de forma regular y que me hacen sentir bien. Actividades que me relajan, me hacen desconectar y producen alegría, y para las cuales me tomo el tiempo necesario porque no son menos importantes que otros asuntos.
Estas actividades me proporcionan refugio en los momentos cuando más necesito desconectar y protegerme del estrés. La mejor estrategia sería evitarlo directamente, pero a veces no es posible o muy difícil.
Dado que el estrés funciona de forma diferente sobre cada persona, no hay una estrategia perfecta. Hay acciones que pueden funcionar en la reducción de la tensión tales como:
pasear, hacer aerobic, practicar deporte, meditación, yoga, tai chi, respiración profunda, terapia de masajes, acupuntura, reiki…
A otras personas tal vez les funcione escuchar música, bailar, estar con niños, jugar con mascotas o cantar.
Desde hace mucho lo tengo claro que estos momentos no pueden faltar en mi vida.
Por una simple lógica razón: si no estoy bien y no me siento equilibrada, no puedo afrontar bien el día, atender serenamente mis obligaciones, ni transmitir el bienestar y alegría a los que me rodean.
Es un egoísmo sano que ayuda a mantener un equilibrio mental. Para conseguirlo y mantenerlo necesito mi espacio.
Estas actividades pueden ir cambiando a medida de las circunstancias de nuestra vida, del tiempo que disponemos y necesidades que sentimos.
Actividades a medida.
Mis vías de escape se adaptan a la situación que tengo. Hasta hace 3 años fueron diferentes de lo que lo son ahora.
En el embarazo tenía que dejar algunas, pero por causalidad apareció el asunto de tejer y que ahora es mi principal actividad relajante.
Es mí vía de escape, además de otros beneficios sobre los cuales escribí en el articulo sobre «Tejer o no tejer-beneficios».
Aunque a veces tejo nada más unas pasadas al día, la alegría y la inquietud que me producen es suficiente para mantenerme contenta, además de estimular mi pensamiento creativo.
Otro pasatiempo que me relaja mucho es leer, aunque alguna vez sustituyo la lectura por un «audiobook» que también es una experiencia placentera. Aquí puedes leer algo mas sobre «Los beneficios de la lectura».
La regularidad de las actividades relajantes es bastante importante para que surtan efecto.
Claro es, que una buena dosis de aceptación de la situación y realismo ayudan.
Soy consciente que ahora mismo mi situación familiar me impone ciertas limitaciones, por lo tanto no voy a desear actividades incompatibles.
Para completar tengo el blog, el cual requiere bastante esfuerzo a nivel de tiempo y organización, pero es una actividad muy importante en mi día a día.
Me aporta un estímulo intelectual, me obliga a investigar, a leer de forma regular y aprender, como trabajar mi castellano que no deja de ser un idioma extranjero para mí.
Es una pastilla muy completa para sentirse bien y equilibrada.
La diversidad de las vías de escape es grande y estoy convencida que hay algo para cada uno, por muy limitada que sea nuestra disponibilidad de tiempo. «Nunca es tarde si la dicha es buena!»- como decís por aquí.
¿Cómo lo haces tú? ¿Cómo haces frente a las situaciones estresantes?
Comparte tú idea abajo en los comentarios!
Un abrazo